En los últimos días nos hemos despertado con la triste noticia del suicidio de la adolescente sevillana Sandra Peña y los adultos nos planteamos cómo puede ser que una joven, que debería estar en el momento más feliz de su vida, llegue a ese punto de desesperación.
En realidad es la verdad incómoda de la que nadie quiere hablar, porque no se trata de un caso aislado; si los psicólogos y psiquiatras de nuestro país contasen la situación real de nuestra infancia/adolescencia en lo que se refiere a suicidios, intentos de suicidios y problemas de salud mental causados por las relaciones sociales que mantienen nuestros jóvenes en el colegio/Instituto, nos echaríamos las manos a la cabeza, los datos son terribles.
Las redes sociales no son la causa, son el instrumento; es “la gasolina” que ayuda a que el fuego se propague, pero no son el origen del problema:
1. Las dimensiones de los colegios:
Los colegios en España están sobredimensionados, son megaestructuras llenas de alumnos/as diseñadas para ganar dinero. El niño/a se ha convertido en un “número”, en un número facturable que hace que el beneficio se dispare.
Cuando estás buscando colegio para tu hijo/a es el primer reclamo publicitario que utilizan los centros educativos, sus maravillosas instalaciones: deportivas, teatro, vestuarios, etc. Y para poder mantener esa estructura necesitan muchos alumnos/as.
Lo que no te cuentan son las consecuencias de este modelo; porque tantos alumnos/as imposibilita el control real de las situaciones que se producen a diario. La “crueldad” necesita mucha discreción y anonimato, el que posibilita tanto espacio sin control: vestuarios, teatro, patio infinito, salas, etc.
Los datos reales de acoso en las aulas con los que cuentan en las Inspecciones educativas de las diferentes Comunidades Autónomas son terribles.
2. La inacción:
Las dimensiones de los colegios complican el control de todas estas situaciones; pero las Jefaturas de estudio de los colegios están desbordadas de los casos que ya se terminan con el tiempo por manifestar.
¿Y que se hace entonces cuando ya se conoce la problemática? Nada, limitarse a encasillarlo en ese infinito armario que se llama: “son cosas de niños…”
La Educación concertada está obligada a compartir la normativa de la Pública; y actualmente las soluciones definidas son completamente inoperativas: no se puede hacer nada, meses (si no el curso completo) de investigación, recursos, y recursos sobre los recursos, alegaciones, informes de diferentes estamentos; y al final, unas medidas que no tienen utilidad ninguna.
¿Y en la privada? Pues en la Educación Privada los colegios no quieren hacer nada porque están pensando única y exclusivamente en los beneficios como empresa.
El acoso, cómo nace y cómo se manifiesta en los centros educativos, se conoce en profundidad; está analizado y estudiado en detalle: siempre se manifiesta en formato “manada”, es decir el grupo ataca a la víctima. Los lobos en el monte no atacan a las vacas, atacan a la que se ha quedado sola o a la que está débil; y en los colegios se produce el mismo fenómeno: un grupo de alumnos/as atacan al débil, al que se encuentra indefenso y solo.
Ese grupo de alumnos/as,tienen a su vez hermanos; por lo que el riesgo de sufrir muchas más bajas enfrentándote a esta situación es superior que protegiendo a la víctima.
Terrible, pero real como la vida misma.