EL AMBIENTE EN UN AULA MONTESSORI

Montessori - El amiente en un aula Montessori

Una de las cosas que resultan más chocantes al observar una escuela Montessori en pleno funcionamiento es la paz y la armonía que se respira entre los niños/as en el aula.

Independientemente de la tarea que se realiza con ellos/as de Inteligencia emocional, habilidades sociales y gestión de conflictos; otro de los aspectos que inciden en esa armonía es el modelo de trabajo que se desarrolla a diario en las aulas.

En la escuela convencional siguen el Modelo de excelencia académica. ¿ Cuáles son sus bases? Se centra en aleccionar a los niños/as, provocando la convicción que si son capaces de aguantar un nivel de esfuerzo y sacrificio muy alto; y gracias a la Excelencia de la institución académica en la que se encuentran, algún día alcanzarán el liderazgo en la profesión que elijan (lo cuál conllevará unos ingresos económicos muy altos y bienestar en su vida). Ese nivel de sacrificio y trabajo tan elevado lo consolidan generando una continua competitividad entre los alumnos/as; inercia que lleva a que el instinto a destacar sobre los demás, aumente el número de horas dedicadas al estudio semanalmente.

Evidentemente este modelo de trabajo provoca que el alumno/a dedique más tiempo al estudio, pero conlleva unos inconvenientes de difícil reparación:

  • El subconsciente le lleva al alumno/a a aborrecer el aprendizaje.
  • Le somete al niño/a a un alto estrés, completamente inconveniente al no estar preparado todavía al mismo.
  • La alta competitividad multiplica por tres, exponencialmente, los conflictos entre los compañeros por su deseo de destacar los unos sobre los otros; provocando un individualismo del aprendizaje, en detrimento de una visión de grupo, cooperativa.

Montessori tiene una visión completamente antagónica del aprendizaje:

  • En nuestra Metodología la carga de trabajo se va aumentando paulatinamente con el tiempo; adaptándola a la madurez del alumno/a para que la pueda asumir sin concebirla como una “mochila insoportable”.
  • El formato cooperativo se impone al individualista. A partir de determinada edad se comienza a realizar exámenes (son fundamentales para evaluar la evolución del alumno/a) pero el trabajo colectivo tiene un peso muy alto en la nota final del alumno/a al terminar el trimestre. Conseguimos que aprecien el valor del grupo y la importancia de su participación; en detrimento de la visión individualista del trabajo.
  • El enfoque que planteamos a diario a los alumnos/as es completamente diferente al que se realiza en los Programas de Excelencia académica. Los profesores/as no les dicen a vuestro hijos/as que la vida es muy dura y que eso te obliga a luchar para ser el mejor; sino que el mensaje es muy diferente: “olvídate de los demás, céntrate en tí. No pierdas tiempo deseando ser otra persona, la envidia te va a llevar siempre a la frustración. Todos tenemos cualidades y limitaciones. Ámate tal y como eres; y lucha para mejorar, pero no para ser el mejor, sino para obtener tu mejor versión”.
    Este enfoque se percibe a diario en la actividad de nuestro colegio en miles de detalles: por ejemplo en la calificación de los exámenes con “happies” en Primaria para evitar que se sometan al estrés de haber sacado un 8,15 en vez de un 9,15 como en el examen anterior; o no cantando las notas en alto de los exámenes en secundaria para evitar que entre ellos compitan para ver quién ha sacado una calificación superior a los demás.
    Las consecuencias directas de esta visión pedagógica es la armonía y felicidad que se percibe en un aula Montessori y que, por extensión, se traslada a sus relaciones, produciendo conflictos mínimos entre ellos/as.
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